martes, 21 de septiembre de 2010

SINDICATOS EN EL OJO DEL HURACÁN


Son muchas las reflexiones a las que me está llevando la convocatoria de huelga general hecha por los sindicatos de trabajadores para el próximo día 29, pero hay una que destaca sobre todas y que gira en torno al rechazo y desconfianza que provocan los sindicatos en buena parte de los “opinadores” profesionales de medios de comunicación y, por otra parte, entre gente de mi entorno personal, por lo general trabajadores. Los comentarios más generalizados, y en los que casi todos coinciden, hacen referencia a varios supuestos: su servilismo respecto al gobierno, su ineficacia, el parasitismo de sus liberados, el perfil pseudo-mafioso de sus dirigentes y, en definitiva y como consecuencia, la indefensión en la que han dejado a los trabajadores en los últimos años.
Yo comparto la idea de que los derechos de los trabajadores no han sido bien defendidos en los últimos años. No se han aprovechado las “vacas gordas” para equiparar los sueldos de los trabajadores con los de la Europa más desarrollada y ahora que son “flacas” toca apretarse el cinturón desde un techo salarial muy bajo. Los sindicatos tenían que haber peleado por subir ese techo cuando se podía y no lo hicieron, se durmieron en los laureles y se dejaron llevar por la complacencia de unos trabajadores demasiado ocupados en satisfacer las ansias consumistas que provocaban los bajos intereses de los bancos. Tampoco supieron ver (o cuando menos no se enfrentaron a él con la debida contundencia) el peligro de un modelo económico especulativo que nos ha llevado a la actual crisis y que ha provocado el enorme aumento del paro, aunque también en esto contaron con la complacencia de unos trabajadores que tenían la sensibilidad hipotecada en humeantes tarjetas de crédito. Pero a pesar de todo esto (o tal vez por todo esto) no creo que hayan sido serviles con el gobierno, sencillamente, creo, han estado narcotizados, como el resto de los trabajadores y de la sociedad en general.
Respecto a esos supuestos (para muchos, a estas alturas, verdades incontestables) de parasitismo de los liberados o de corruptelas de dirigentes con los estómagos agradecidos, tengo que decir que por principio me produce desconfianza todo lo que se afirma con la única prueba del “todo conocemos a uno que…” y que sin necesidad de demostración empírica alguna termina convirtiéndose en dogma ¡Vamos! que hace tiempo que todo esto me huele a manipulación y para terminar de confirmar esta impresión se sumo a la fiesta doña Espe, la más populista entre las populistas. Así que, para intentar salir de dudas, me he puesto a buscar datos. Y esto es lo que he encontrado:
Según “hazteoir.org” y el “economista.es“ dos medios, como se puede apreciar, nada sospechosos de connivencia con los sindicatos, "el Ministerio de Trabajo tiene una partida presupuestaria para 2010 (que es exactamente la misma que se aprobó para 2009), que alcanza los 15.798.500 euros, destinados a la financiación de los sindicatos y basada en la representatividad, según los resultados globales obtenidos en elecciones sindicales legalmente convocadas. Hay una segunda partida de los Presupuestos del Ministerio de Trabajo, también reproducida literalmente de 2009 al proyecto de 2010, por importe de 4.800.790 euros, que se destina a compensación económica por participación de centrales sindicales y organizaciones empresariales en los órganos consultivos centrales y territoriales del Ministerio de Trabajo e Inmigración, de sus organismos autónomos y de las entidades gestoras de la Seguridad Social."
Y siguen los angelitos:
"La formación es la gran ubre que surte de dinero a los sindicatos y también a la patronal. En concepto de formación intersectorial, las dos centrales más grandes recibirán este año 21.083.110,63 euros y en la formación sectorializada el conjunto de los sindicatos percibirán 172.667.675,5 euros, de los que 83.461.408,7 euros corresponden a CCOO y 85.025.943 a UGT. Para el resto de sindicatos quedan otros 4.184.000 euros. Sumados los dos ámbitos, la formación reporta a UGT 95,55 millones de euros y a CCOO 94,01 millones de euros."
Según estas dos fuentes a estas cantidades "habría que sumar otras como tramas de subvenciones y pagos en especie que todas las administraciones y otras instituciones pagan. Ese es el agujero negro"…Afirman.
Dejando de lado esos supuestos agujeros negros, de los que no se aporta ninguna cifra ni prueba, todas estas cantidades suman en torno a 215 kilos, de los que aproximadamente 194 son para formación y el resto, poco más de 20, para financiación de los sindicatos.
¿Es mucho este dinero? ¿Está bien empleado? Sobre lo segundo creo que sería bueno que los sindicatos demostrasen la eficacia de sus liberados y que se hiciese un seguimiento más serio sobre los resultados de los cursos de formación ¡Claro que si, máxima transparencia! ya sean sindicatos, patronales, fundaciones o ONGS nadie puede estar al margen de estrictas auditorias cuando se recibe dinero público.
Sobre si es mucho el dinero que reciben lo mejor es hacer comparativas. Y que mejor, para comparar y teniendo en cuenta el servicio que prestan a la sociedad los sindicatos, que mirar hacia otro gran prestador de servicios: la Iglesia, y ya de paso nos solidarizamos con el celo que han mostrado los ultracatólicos “hazteoir” sobre el uso que se le dan a los dineros públicos.
Sólo con lo que saca de la declaración de la renta la Iglesia obtiene 241 millones ¡30 más que el total que reciben los sindicatos! A esto le tenemos que sumar los 600 millones en sueldos para los profesores de religión, los 3.500 a colegios concertados o los más 6.000 millones de euros para actividades educativas, sociales, sanitarias y de culto de la Iglesia católica. Nos quedaría lo que reciben para conservar su enorme patrimonio o lo que no aportan por estar exentos de pagar el IVA o de otros impuestos. Para terminar baste decir que sólo en la visita de Ratzinger se gastará más del doble de lo que el Estado se gasta en financiación directa a los sindicatos en un año. ¡En fin! queda claro que en nuestro país los derechos de los trabajadores salen infinitamente más baratos que las creencias de los católicos. Hay, sin embargo, un dato común a ambos: los pocos seguidores que tienen. Sólo un 15% de trabajadores está afiliado a un sindicato, cifra que está muy lejos del 72% de Suecia y Finlandia. Respecto a la Iglesia menos de un 13% de ciudadanos que se declaran católicos acuden regularmente a misa. Que cada uno saque sus propias conclusiones.

Carlos Tapia

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