viernes, 8 de enero de 2010

CIUDADANOS SIN ETIQUETAR


Existe un tipo de ciudadano que dice pasar de política, que, en teoría, no tiene ninguna ideología y cuya única militancia conocida es la que le une a un determinado equipo de fútbol. Basan esta desidia política en la desconfianza hacia los partidos políticos “son todos iguales” suelen decir, “unos corruptos que sólo miran sus intereses” añaden, “así que yo paso de política” sentencian.

Podríamos discutir sobre lo acertado de renegar de la política en función de que quienes viven de ello no nos ofrecen ninguna confianza, postura que en mi opinión sólo se justifica desde la ignorancia, pero considero más interesante fijar nuestra atención en dos aspectos que, a mi entender, lleva implícita la postura de este tipo de ciudadanos.

En primer lugar llama la atención la incoherencia que supone “pasar de la política”, porque no se fían de los partidos políticos y, sin embargo, votan religiosamente cada cuatro años por uno de esos partidos de los que desconfían. Tal vez sean los mismos ciudadanos que en su papel de padres nunca van a misa, porque desconfían de los curas, y sin embargo apuntan a sus hijos a religión para que reciban enseñanzas tuteladas por esos mismos curas.

No obstante, el aspecto más significativo de este tipo de ciudadanos es que, posiblemente sin saberlo, mienten: no pasan de la política, les interesa, y mucho, pero no lo saben o, al menos, no saben que eso que tanto les interesa es política. Tú hablas con ellos de temas sociales o económicos y tienen una opinión, no sé si propia, pero opinión al fin y al cabo. Opiniones que les sitúan en una determinada tendencia política. Dependiendo del asunto que se trate pueden pasar de ser comunistas convencidos a neoliberales ultra ortodoxos ¡y ellos sin saberlo! Y si tienes la osadía de señalárselo se ofenden ¡A mi no me llames eso! te dicen arrugando el ceño ¡Coño, pero si me acabas de decir que se tendría que privatizar la sanidad y la televisión pública, como quieres que no te llame ultra neoliberal! ¡Yo no soy comunista! se defienden ¡Pero si acabas de decir que el gobierno tendría que nacionalizar la banca en vez de inyectarla dinero! Hay más ejemplos, como el que dice que pasa de los reyes “y todo ese rollo de la monarquía” para, a continuación, jurar y perjurar que él no es republicano, o el otro que achaca a los nacionalismos todos los males del país mientras se zampa unos callos a la madrileña y defiende, a grito pelao, que como en España no se vive en ningún lao.

Todos estos ejemplos ponen de manifiesto que estos ciudadanos, “pasotas de la política”, tienen en realidad una ideología y que por mucho que a ellos les molesten las etiquetas toman posturas que les identifican con tendencias determinadas. Otra cosa es que ellos no sean conscientes de ello y crean que lo que piensan es consecuencia de una postura personal y despolitizada: quieren que se privatice la sanidad y la televisión porque les molesta que el dinero de sus impuestos se utilice para “regalar” medicinas a los inmigrantes o se malgaste en programas de debate y de cultura que les aburren o, por otro lado, quieren que se nacionalice la banca porque les jode que con su dinero los banqueros puedan seguir disfrutando de una orgía capitalista a la que ellos no han sido invitados. Todo relacionado con “su dinero” y nada que ver, por supuesto, con neoliberalismos o comunismos. Pero se equivocan. Abogar por que se privaticen los bienes públicos tiene un nombre: neoliberalismo, cuyas raíces beben del culto a la desigualdad y el reparto asimétrico de la riqueza, ideas que alimentan el desprecio al inmigrante o el gusto por la frivolidad, entre otras muchas cosas. Nacionalizar la banca es cargarse de un plumazo el principal cimiento del capitalismo: la propiedad privada, y como todos sabemos la ausencia de propiedad privada tiene un nombre: comunismo ¿Estamos entonces ante unos ciudadanos que, sin saberlo, son neoliberales, comunistas o ambas cosas a la vez?… ¡No!… Estamos ante unos ciudadanos que no saben lo que son, algo que les convierte en muy peligrosos. Quién sabe lo que es sigue una dirección elegida y manifiesta ante todos sus intenciones. Quién no sabe lo que es sigue la dirección hacia la que le empuja el viento. Que el viento sopla neoliberal, todos neoliberales. Que el viento sopla comunista, comunistas. Que el viento sopla fascista….pues eso.



CARLOS TAPIA