jueves, 3 de julio de 2008

LA CUARTA PARED

“La cuarta pared...” Qué concepto tan extraordinario, ¿no?
La primera vez que lo oí, o leí, no recuerdo, pensé, “Ooooh, fascinante”.
Y no tenía ni idea de lo que significaba.
Sólo sabía que tenía que ver con el teatro, y por aquel entonces todo lo relacionado con El Teatro era fascinante.

Cuando descubrí a qué se refería dejó de parecerme tan misterioso y se convirtió en algo que volvía a mí de forma recurrente.
Porque, en cuanto a la puesta en escena, el Teatro para mí siempre había estado dividido en dos zonas. Una, del escenario para allá, y otra del escenario para acá. O sea. Actores allí arriba y público aquí abajo. Tan simple e ingenuo como eso. Por supuesto que era obvio que lo que pasaba en el escenario provocaba alguna reacción en el público. Pero esa era toda la relación entre uno y otro. Causa-Efecto.

Hasta que esa “Cuarta Pared” entró en escena. Entonces empezaron las preguntas: Un autor teatral, cuando crea, escribe o dirige, ¿en quién piensa? O, ¿en quién debe pensar? Incluso, más complicado aún, ¿hacia donde debe ir su pensamiento creativo? ¿Del escenario al público o del público al escenario? Y un actor, al subirse al escenario, ¿debe pensar en el público que tiene delante o debe olvidarse de todo lo que no sea su papel?
Y dado que se puede “romper” o “traspasar”, ¿se puede considerar al público la “cuarta pared” del escenario? ¿O es el muro que separa irremediablemente a uno y otro?
Quiero decir, que muchas veces ante una misma representación las opiniones de crítica y público no pueden ser más opuestas. Incluso en otras muchas ocasiones ni siquiera la opinión del director y/o actores de esa misma representación se acerca a una u otra.

Nunca estudié Arte Dramático, por lo que no sé cuál es la definición teórica y exacta de este concepto en las Escuelas de Teatro.
Mi relación con el teatro casi siempre fue de lectora y público. Supongo que de ahí esa dicotomía de la que hablaba antes. Escenario y público. Blanco y negro.
Está claro que son todas las tonalidades de gris las que dan sentido y forma algo tan subjetivo y abstracto como es, en principio y por principio, el hecho teatral.

A lo mejor es sólo una cuestión de puntos de vista, o de modos de vida. No sé. Porque acabo de darme cuenta, releyendo lo anterior (“del escenario para allá y del escenario para acá” / “Actores allí arriba y público aquí abajo”) de que, a pesar de todo, sigo considerándome esencialmente público. Aquí abajo. Y de que disfruto enormemente de lo que ocurre allí arriba.
Susana Cepa