lunes, 16 de marzo de 2009

Delirio Goyesco


La cosa creativa (perdón por mi falta de profundidad al definir el sublime impulso que emergiendo del yo interior, y a través del talento, es guiado al exterior mediante una manifestación y/o expresión plástica, visual, sonora, literaria, conceptual o corporal) se está convirtiendo, para mi, en un cenagal.

Me encuentro con el difícil equilibrio entre “lo que es artístico y lo que es comercial”, el compromiso y el mercado, la investigación y el mercado, la supervivencia y el mercado, la sobreproducción y el mercado, la crisis y el mercado, la vida y el mercado,...

Después está el público. Se dice que ese ente orgánico formado por muchas mentes distintas e individuales, con distintas reacciones, circunstancias y educación, siempre cambiante, ideológicamente inestable, socialmente plural y supuestamente manejable al que nos empeñamos en tratar como un colectivo unitario igual a los bancos de sardinas que reaccionan al unísono en sus evoluciones marinas, está más por la labor del “circo” que del “pan”. Entendamos por el primero el puro entretenimiento y por el segundo, lo que contribuye a alimentar nuestra “criticointelectoespiritualidad”.

Hacer teatro se asemeja cada vez más a la creación de un nuevo caramelo. Envoltorio atractivo, marca de confianza y trayectoria, empaquetado en cantidad suficiente para que sin ser molesto podamos llevar varios en el bolsillo a un coste que consideremos mínimo, con un fuerte carácter novedoso y especial, incluso exótico, algo que distinga a quien lo consume. Y en cuanto al sabor, ni tan nuevo que asuste probarlo ni tan clásico que no apetezca, no demasiado dulce para no empalagar y con un toque ácido, audaz, convenientemente suavizado para no sesgar demasiado el perfil de consumidor. Imprescindible contar con presencia en televisión.

-ESCENA-

(Sobre el escenario se reproduce la imagen del grabado de Goya titulado “El sueño de la razón produce monstruos”, las Voces se representan con rostros monstruosos que surgen de la oscuridad, la Voz Interior es representada por un actor que parece vivir una pesadilla. Por lo demás, el director tiene libertad absoluta para desarrollar la escena).

Voz 1 - ¡Haz lo que quieras y no te preocupes de lo que piensen los demás!.

Voz interior - No puedo. Todo el mundo se cree con derecho a decirme lo que tengo que hacer, lo que debería haber hecho y como debería haberlo hecho, pero ninguno de ellos arriesga nada.

Voz 2 - ¿No tienes compromiso?, ¡Lo importante es el arte!.

Voz interior – Lo importante es no morir en el intento. Soy poca cucaracha para tanto zapato.

Voz 3 –Te falta experiencia y conocimiento.

Voz interior – A ti te sobran frustraciones y padrinos.

Voz 4 - ..... ¡Este chico!

Voz interior - ¿Chico?, si ya tengo 44 años.

Voz 5 – Eres un “paniaguado”. Vives de la subvención.

Voz interior – Justifico hasta lo que no tengo. Mis cuentas son auditadas públicamente y no existe eso de “a fondo perdido” como en los partidos políticos.

Voz 6 – A los políticos no les gustan esos temas.

Voz interior - ¿Y al público?.... ¡Ah!, que ya piensan por él.
Por cierto, ¿no tenía que ser un técnico el que programa en función de un proyecto y en base al interés cultural y/o social de la obra?.

Voz 7 – Tienes que aprender de los grandes. Jamás tendrás lo que ellos tienen.

Voz interior – ¿Oportunidades?, ¿Facilidades?, ¿Confianza?, ¿Presupuestos?, ¿Apoyos?, ¿Educación?, ¿Reconocimiento?.... Yo no sé si tengo talento para ser grande, mediano o pequeño, pero sí sé que nunca lo reconocerías, nunca lo pondrías fácil. Nací aquí, nací estigmatizado.

...

(La escena puede continuar tanto tiempo como lo estime el director, es irresoluble, no conduce a ninguna parte y solo terminará con la muerte de la Voz Interior).

FIN

Javier Esteban

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