jueves, 9 de julio de 2009

¡Cómo inquieta una mirada!


Hablo de la mirada que recibe un espectador. Inquieta ser descubierto mientras miras, ser incluido en la escena que contemplas sólo con una mirada. Esa mirada que dice sé que estás ahí, no modifica nada, no cambia nada, todo sucederá como debe suceder, como iba a suceder, pero yo, el actuante, sé que estás ahí, que me ves, que me oyes, que me juzgas y no haces nada. No quieres involucrarte, pero no puedes escapar, eres espectador de mi vida que forma parte de la tuya en el presente y hasta que me olvides.

Yo, el actuante, carezco de opciones. Debo seguir el hilo, mi destino está escrito. Tu tienes elección, mil posibles finales o principios. Si me miras estás perdido, aunque cierres los ojos, aunque te vayas, aunque te duermas, porque eso ya será un cambio en tu programa. Si te miro será peor, porque te delato, porque te obligo a actuar, aunque sea cerrando los ojos, marchándote o durmiendo. Si te miro actúas conmigo, aunque no hagas nada.

¡Es difícil ser un humano!. Hay que soportar la mirada.




Javier Esteban

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