
La primera vez que lo oí, o leí, no recuerdo, pensé, “Ooooh, fascinante”.
Y no tenía ni idea de lo que significaba.
Sólo sabía que tenía que ver con el teatro, y por aquel entonces todo lo relacionado con El Teatro era fascinante.
Porque, en cuanto a la puesta en escena, el Teatro para mí siempre había estado dividido en dos zonas. Una, del escenario para allá, y otra del escenario para acá. O sea. Actores allí arriba y público aquí abajo. Tan simple e ingenuo como eso. Por supuesto que era obvio que lo que pasaba en el escenario provocaba alguna reacción en el público. Pero esa era toda la relación entre uno y otro. Causa-Efecto.
Y dado que se puede “romper” o “traspasar”, ¿se puede considerar al público la “cuarta pared” del escenario? ¿O es el muro que separa irremediablemente a uno y otro?
Quiero decir, que muchas veces ante una misma representación las opiniones de crítica y público no pueden ser más opuestas. Incluso en otras muchas ocasiones ni siquiera la opinión del director y/o actores de esa misma representación se acerca a una u otra.
Mi relación con el teatro casi siempre fue de lectora y público. Supongo que de ahí esa dicotomía de la que hablaba antes. Escenario y público. Blanco y negro.
Está claro que son todas las tonalidades de gris las que dan sentido y forma algo tan subjetivo y abstracto como es, en principio y por principio, el hecho teatral.
Susana Cepa
1 comentario:
Como actor uno se planta en el escenario como si ese fuera su sitio natural, su espacio, su casa. Allí uno dessarrolla otras vivencias, experiencias,vidas en definitiva. El escenario es el hogar donde el actor se presenta ante un puñado de desconocidos que le observan y siguen las andanzas de la trama que se desarrolla. Hay una barrera invisible que nos separa a los actores y público (la tan famosa cuarta pared). Hay actores y directores que protegen a sus personajes en ese espacio, inmutables a lo que pasa en la sala y a lo que siente el público. Bajo mi punto de vista ese parapeto aleja al público de lo que ante sus ojos acontece. Desde el escenario se debe sentir la respiración del público, oirles (más cerebralmente que físicamente), sentir su palpito. Pues no solo la carga de las emociones que siente uno como actor nos pueden ayudar a vestir de verdad lo que representamos. El público está más allá, viendo otras vidas y arrastrandose con unos personajes que se les muestran desnudos y desconocidos. Dejemos siempre una ventana abierta en esa cuarta pared para que público y actores puedan verse, sentirse, escucharse y encaminarse en una comunión que hace más vivo al teatro.
Isaac
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