
La primera vez que lo oí, o leí, no recuerdo, pensé, “Ooooh, fascinante”.
Y no tenía ni idea de lo que significaba.
Sólo sabía que tenía que ver con el teatro, y por aquel entonces todo lo relacionado con El Teatro era fascinante.
Porque, en cuanto a la puesta en escena, el Teatro para mí siempre había estado dividido en dos zonas. Una, del escenario para allá, y otra del escenario para acá. O sea. Actores allí arriba y público aquí abajo. Tan simple e ingenuo como eso. Por supuesto que era obvio que lo que pasaba en el escenario provocaba alguna reacción en el público. Pero esa era toda la relación entre uno y otro. Causa-Efecto.
Y dado que se puede “romper” o “traspasar”, ¿se puede considerar al público la “cuarta pared” del escenario? ¿O es el muro que separa irremediablemente a uno y otro?
Quiero decir, que muchas veces ante una misma representación las opiniones de crítica y público no pueden ser más opuestas. Incluso en otras muchas ocasiones ni siquiera la opinión del director y/o actores de esa misma representación se acerca a una u otra.
Mi relación con el teatro casi siempre fue de lectora y público. Supongo que de ahí esa dicotomía de la que hablaba antes. Escenario y público. Blanco y negro.
Está claro que son todas las tonalidades de gris las que dan sentido y forma algo tan subjetivo y abstracto como es, en principio y por principio, el hecho teatral.
Susana Cepa